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La Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto de ley que busca modificar el huso horario oficial del país. Con 151 votos a favor, 66 en contra y 8 abstenciones, la iniciativa presentada por el diputado Julio Cobos plantea que Argentina adopte el UTC-4, una hora menos que la actual, durante los meses de invierno, y que mantenga el UTC-3 en verano. La medida, que ahora debe ser tratada en el Senado, busca alinear mejor la hora legal con la hora solar y recuperar un criterio que el país tuvo durante gran parte del siglo XX.
La propuesta se fundamenta en distintos aspectos. Desde lo energético, se señala que un mayor aprovechamiento de la luz natural puede reducir el consumo de electricidad y gas en un contexto de altos costos y dificultades de abastecimiento. En lo social y educativo, especialistas en cronobiología sostienen que el desfasaje actual genera problemas en los ritmos circadianos de la población, y que los estudiantes inician sus actividades en plena oscuridad, afectando su rendimiento y descanso. También se suma el argumento de la integración regional: países vecinos como Brasil, Paraguay, Bolivia, Venezuela y Chile ya utilizan el huso UTC-4, lo que facilitaría la coordinación en el transporte, el comercio y los mercados financieros.
Sin embargo, la iniciativa no está exenta de críticas. Algunos expertos en medicina del sueño advirtieron que el cambio puede provocar un aumento de casos de insomnio en la población, al modificar la exposición a la luz solar en las primeras horas de la mañana. También hubo legisladores que señalaron que la medida debería ir acompañada de estudios periódicos sobre su impacto real, para evitar decisiones que no contemplen la diversidad geográfica del país, ya que la amplitud territorial genera diferencias notables entre regiones.
Más allá de las diferencias, la media sanción marca un paso importante hacia una política que reconoce la necesidad de mejorar la relación entre la vida cotidiana de los argentinos y el entorno natural. El hecho de que la ley contemple la posibilidad de alternar entre husos horarios y que faculte al Poder Ejecutivo a realizar estudios y coordinaciones con otros países, muestra un intento de dar flexibilidad a una decisión que impacta directamente en millones de personas.
Ahora será el Senado el que deberá definir si el país vuelve a atrasar sus relojes a partir de abril de 2026, en lo que sería un cambio histórico después de más de cinco décadas. La discusión sobre la hora oficial, lejos de ser un tema menor, toca de lleno la economía doméstica, la calidad de vida y la integración con la región.
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