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La irrupción de las apps de viajes en moto: una amenaza creciente para el transporte público y la seguridad vial Por Juan Francisco Jaurena*
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La expansión de las aplicaciones de viajes tipo
taxi o remis que todos conocemos, sumada al auge vertiginoso de aquellos que
facilitan viajes en moto, está generando un impacto profundo y preocupante en la
movilidad urbana en ciudades como Santa Fe o Paraná. Como profesional y docente
universitario del sector transporte y movilidad urbana, resulta imprescindible
analizar este fenómeno desde la óptica de los concesionarios tradicionales
(taxis, remises y colectivos), la seguridad vial, el marco legal y el bienestar
de los usuarios.
Motoapps: creciente competencia y riesgo para
el transporte público
En nuestra región, según Autobuses Santa Fe
(operador de la ciudad homónima), expresó en un medio informativo local que la
penetración de las aplicaciones que ofrecen viajes en moto ha derivado en una
caída interanual del 5% en pasajeros transportados por colectivos en dicha
ciudad. Según su opinión, la situación se agrava aún más en otras regiones del
norte argentino, donde la reducción de la demanda convencional alcanzaría hasta
un 30%. Esta fuga masiva de usuarios, usualmente los que pagan tarifa plena y
que son los que financian buena parte de los costos del sistema, marchan hacia
opciones más económicas y flexibles, entre ellas las motoapps que erosionan la
base económica del transporte regulado, encareciendo las tarifas y
desestabilizando a los operadores tradicionales.
Los programas sociales y los boletos educativos
se mantienen parcialmente a estos operadores, pero la fragmentación tarifaria,
el congelamiento de subsidios provinciales, la quita de subsidios nacionales,
ponen en jaque la sustentabilidad del sistema. En este contexto, la preferencia
por las motos no solo representa una competencia asimétrica, sino también un
desplazamiento hacia servicios irregulares, muchas veces invisibles para el
control público.
Instituciones concedentes: el desafío de
controlar un fenómeno irregular
Las municipalidades, responsables de otorgar
concesiones y regular el transporte urbano, enfrentan serias dificultades para
fiscalizar a las plataformas digitales y a los vehículos que operan mediante
ellas. Estas plataformas, en su mayoría de carácter multinacional, suelen
resistirse a los marcos regulatorios y a los registros locales, operando en un
vacío legal que impide exigir inspecciones técnicas, licencias profesionales,
seguros adecuados y cumplimiento tributario por parte de los automóviles y
conductores vinculados. A pesar de las expresas prohibiciones de funcionamiento
para las llamadas "motoapps", estas continúan operando sin ningún
tipo de control. Mientras tanto, taxis y remises deben cumplir con una pesada
carga normativa, fiscal y de inspección, lo que profundiza la desigualdad
regulatoria y la competencia desleal.
Este escenario promueve la competencia desleal
que se profundiza con prácticas de dumping, o sea, tarifas artificialmente
bajas, sostenidas a costa de márgenes mínimos o negativos para captar y dominar
el mercado. La experiencia internacional, en ciudades como Nueva York, Londres
o París, muestra que el dumping lleva a colapsos de los sistemas
públicos, mayor congestión, precarización laboral y deterioro de la calidad del
servicio. La estrategia de crecimiento de estas apps prioriza la cuota de
mercado, sin importar las consecuencias, que pueden ser devastadoras:
insostenibilidad financiera de los sistemas públicos, mayor congestión por
reemplazo de usuarios de transporte masivo por autos y motos, precarización
laboral y desincentivo para invertir en renovación de flota o servicio de
calidad. Esto último se debe a que la política de dumping de las apps precariza
directamente a los dueños de vehículos que dependen de ella, forzándolos a una
explotación económica que limita su capacidad de reinversión, mantenimiento y
renovación de los vehículos, con consecuencias negativas para su seguridad,
estabilidad económica y la calidad del transporte que ofrecen.
Seguridad vial: usuarios en riesgo por la falta
de regulación y control
El problema más delicado y preocupante es la
seguridad vial. El transporte convencional regulado (colectivos, taxis,
remises) debe cumplir estándares técnicos, de seguridad y contar con seguros
específicos para transporte oneroso, obligatorios según la Superintendencia de
Seguros de la Nación (SSN). En contraste, la gran mayoría de los servicios en
moto mediante aplicaciones operan en total ilegalidad, sin acceder siquiera al
seguro obligatorio para transporte oneroso que cubra a pasajeros, terceros y
otros riesgos específicos de la actividad. Esta situación responde a la
gravedad que implicaría legalizar una modalidad de transporte que, por sus
características, resulta inaceptable para cualquier jurisdicción u organismo
regulador serio.
Esta ausencia o insuficiencia del seguro legal
deja a los usuarios en una situación vulnerable ante accidentes, pues la
responsabilidad jurídica puede ser difícil de establecer y las indemnizaciones
demorarse o ser insuficientes. Los seguros complementarios ofrecidos por
algunas de dichas plataformas no sustituyen esta obligación legal, agravando la
incertidumbre para los consumidores.
Las estadísticas accidentológicas de Argentina en
2024 revelan que las motos concentran el 46% de los siniestros viales fatales
de las más de 3.800 muertes registradas en siniestros de tránsito. La ausencia
de protección física del conductor y pasajero de una moto es un factor crítico.
Los siniestros que involucran motos superan altamente en letalidad y lesiones
graves a los que involucran colectivos o autos. Esto convierte también el boom
de las aplicaciones de motos en un problema severo para la salud pública.
El problema no resuelto de las apps de autos
Mientras tanto, en el segmento de autos, las
ciudades como Santa Fe y Paraná han avanzado con ordenanzas específicas que
buscan regular las plataformas de viajes (que son las mismas que habilitan
motos a trabajar dentro de ellas), estableciendo registros, controles técnicos,
requisitos de seguros y límites cuantitativos para las flotas. En Santa Fe, por
ejemplo, la ordenanza limita la cantidad de autos habilitados en aplicaciones
al 50% de la flota de taxis y remises, y exige profesionalización y seguros
vigentes para conductores y vehículos. Paraná adoptó medidas similares,
incluyendo identificación digital por QR y control operativo.
Estos avances han creado un marco que busca
generar más transparencia y razonable equidad, aunque la fiscalización efectiva
sigue siendo un desafío, y el sector tradicional continúa denunciando
públicamente competencia desleal y caída de ingresos. Respecto a las empresas
de plataformas digitales, en general, no han cumplido con las exigencias o lo
han hecho en forma parcial. Sin embargo, frente al problema de las motos, este
asunto parece estar más encaminado gracias a la intervención y regulación
municipal.
La paradoja judicial y la falta de contundencia
estatal
Resulta llamativa la disparidad en la respuesta
judicial y estatal frente a distintas problemáticas digitales. Mientras el
Estado argentino - y en particular organismos como ENACOM y el Poder Judicial -
ha actuado con rapidez y firmeza para bloquear cientos de sitios de juegos en
línea ilegales y plataformas audiovisuales piratas, con el objetivo de proteger
derechos e intereses económicos, la reacción frente a las aplicaciones de
transporte irregulares ha sido errática, limitada y carente de una estrategia
sostenida.
Intentos puntuales de bloqueo judicial y
suspensión de pagos con tarjeta de crédito a plataformas han sido de alcance
parcial y vulnerables a vacíos regulatorios y diversa jurisdicción, dificultando
su impacto efectivo. Esta asimetría refleja que, pese al evidente daño a
trabajadores, usuarios y al transporte público legal, el sistema regulatorio
argentino no ha logrado la coherencia y firmeza necesaria ante la revolución
digital que implican estas nuevas formas de movilidad, algunas de ellas
inaceptables como nuevos subsistemas de transporte público.
Reflexión final
La libertad de elegir medios de transporte no
puede ser excusa para tolerar la ausencia de controles que resguarden a los
usuarios ni para permitir que los modelos de negocio vulneren derechos
laborales y de seguridad. El transporte público regulado protege a la
ciudadanía, la sostenibilidad urbana y social.
Las apps tienen un potencial tecnológico
incuestionable para introducir innovación y flexibilidad, pero deben adecuarse
y acatar las reglas tributarias, técnicas y de seguridad equivalentes a los
servicios tradicionales. En especial, no puede permitirse que, bajo la fachada
de innovación, se perpetúen esquemas irregulares y riesgosos como el de los
viajes en moto sin regulación, seguros ni controles estrictos, lo cual
retrotrae décadas el esfuerzo por una movilidad urbana segura y sostenible.
Solo regulaciones modernas, integrales y
rigurosas, con un fuerte rol fiscalizador también adaptado a los nuevos
escenarios, podrá evitar que esta revolución digital conduzca al caos vial, la
precarización laboral y la fractura del sistema de transporte público,
garantizando que la movilidad urbana se mantenga segura, equitativa y
sostenible en beneficio de todos.
* Ingeniero
Civil argentino egresado de la UTN Facultad Regional Santa Fe, con más de 15
años de experiencia en el sector del transporte. Se desempeña como docente,
investigador y consultor, con una activa vinculación a la carrera de Ingeniería
en Transporte de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre
Ríos (UNER), donde dirige el Grupo de Estudios de Transporte y el Departamento
Académico de Transporte. Asimismo, integra el grupo de investigación en
transporte de la Facultad Regional Santa Fe de la Universidad Tecnológica
Nacional (UTN).
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