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Once años después el carril exclusivo de Rivadavia confirma la decisión de priorizar al transporte público
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El carril exclusivo de Avenida Rivadavia en Santa Fe cumple once años desde su inauguración y se mantiene como una de las decisiones urbanas más relevantes de la última década. No se trató solo de pintar una franja en la calzada: fue la primera vez que la ciudad definió de manera clara que el transporte público debía tener prioridad frente al automóvil particular.
Los datos iniciales mostraron el impacto inmediato. La velocidad promedio de los colectivos pasó de 12 a 13 km/h y los tiempos de viaje se redujeron en un 40%. Miles de pasajeros experimentaron traslados más rápidos y previsibles, y más del 80% de los usuarios valoró positivamente la medida. En una ciudad donde la mayoría de los viajes se realizan en transporte público, ese cambio representó un beneficio colectivo innegable.
Pero la decisión también tuvo costos. Comerciantes de la avenida reportaron caídas de ventas cercanas al 15% y, en pocos meses, se multiplicaron los locales vacíos. La imposibilidad de estacionar o girar a la derecha redujo la llegada de clientes, mientras que los automovilistas debieron desviar su recorrido hacia calles paralelas, que pronto se saturaron. Así, lo que era una mejora para los pasajeros se transformó en un obstáculo para otros sectores de la vida urbana.
La contradicción quedó planteada desde el inicio: el interés general de quienes viajan en colectivo frente a las dificultades individuales de comerciantes y conductores. A lo largo de los años, esa tensión derivó en cambios normativos, como la habilitación del giro a la derecha en Rivadavia y Suipacha en 2025, que buscó aliviar la congestión en los barrios cercanos sin deshacer el sentido original de la medida.
Lo central, sin embargo, fue la definición política. Santa Fe decidió avanzar en una obra que destinó espacio vial al transporte público en un contexto donde las grandes ciudades argentinas se animaron a hacerlo. En Rosario, Córdoba y hasta en La Rioja se implementaron carriles también, con logros y conflictos parecidos. Todas las experiencias muestran que la infraestructura exclusiva es una herramienta eficaz para mejorar la movilidad masiva, aunque necesita ajustes y consensos permanentes.
A once años de su puesta en marcha, el carril exclusivo de Rivadavia sigue siendo una referencia para pensar el futuro de la ciudad. El mensaje que deja es claro: una política de movilidad transformadora requiere priorizar al transporte público, incluso cuando eso implique enfrentar resistencias o modificar hábitos individuales.
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