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En mayo de 2021, la ciudad de Salvador Mazza, en la provincia de Salta, se convirtió en la primera del país en habilitar el servicio de mototaxis. La iniciativa surgió como respuesta a la falta de empleo en esta localidad fronteriza con Bolivia y fue impulsada por un grupo de conductores que se organizó como la Asociación Moto Taxi “Frontera” Salvador Mazza. “Tenemos todo en regla: cascos, las motos en condiciones, carnet de conducir, papeles al día”, declaró uno de sus referentes al diario Página/12, destacando la voluntad de diferenciarse de la informalidad con un modelo ordenado.
El proyecto, inspirado en la experiencia de Santa Cruz de la Sierra en Bolivia, fue presentado al Concejo Deliberante y contó con el aval del intendente local. Según informó Voces Críticas, el municipio cedió un espacio para instalar una parada organizada, donde los mototaxis esperan clientes por orden de llegada. El apoyo institucional fue clave para convertir una actividad nacida de la necesidad económica en un servicio con reconocimiento jurídico, lo que marcó un hito en Argentina.
La propuesta ganó fuerza también por la incorporación de choferes despedidos de una empresa de colectivos de Tartagal, quienes vieron en la moto una forma de continuar trabajando en el transporte de pasajeros. Así lo consignó el medio Cuarto en 2024, al señalar que el servicio de mototaxi se “nutre de choferes de colectivos despedidos” que encontraron allí una salida laboral.
Las opiniones, sin embargo, estuvieron divididas. Quienes apoyaron la legalización destacaron que se trataba de una medida concreta para generar empleo en una de las zonas con mayor índice de desocupación del norte argentino. Además, resaltaron que el mototaxi ofrecía una solución de movilidad ágil en una ciudad atravesada por la frontera y con alta circulación de personas.
Del otro lado, las voces críticas advirtieron sobre los riesgos en la seguridad vial. Referentes de organizaciones y autoridades provinciales recordaron que la motocicleta es el vehículo más vulnerable en el tránsito y que, según estadísticas oficiales de la Ciudad de Buenos Aires, se producen en promedio 100 accidentes de motos por día con 26 fallecidos. El temor es que la habilitación de mototaxis multiplique la exposición de pasajeros a siniestros.
La Agencia Nacional de Seguridad Vial también alertó que el uso de casco es fundamental, ya que reduce en un 39% la posibilidad de muerte y en un 72% las lesiones graves, aunque su utilización entre pasajeros de mototaxis suele ser irregular. Para críticos de la medida, la formalización sin controles rigurosos podría legitimar un servicio riesgoso.
Salvador Mazza quedó así en el centro del debate: por un lado, como ejemplo de cómo la organización social y la voluntad política pueden transformar la necesidad en una oportunidad laboral; por otro, como símbolo de los dilemas que enfrenta Argentina en materia de seguridad vial y regulación del transporte. El caso salteño abrió un camino que aún hoy genera interrogantes: ¿es posible extender este modelo a otras ciudades o el riesgo supera a los beneficios?
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