SUBE, transporte y accesibilidad: el debate que estalla en redes


 

El termómetro social del transporte público argentino se mide en X, donde miles de usuarios exponen a diario una realidad de fallos técnicos, burocracia y discriminación. La queja ya no es solo por el boleto, sino por un sistema que excluye a la vez que se moderniza.

El pulso del transporte público en Argentina se toma en las redes. Más allá de las noticias oficiales, es en plataformas como X (Twitter) donde miles de personas comparten su frustración diaria con el sistema, revelando un panorama de quejas que va mucho más allá del simple aumento de tarifas. Un análisis de las tendencias recientes muestra una realidad cruda: la accesibilidad, lejos de ser una prioridad, es un punto de conflicto constante para personas con discapacidad, adultos mayores y usuarios no digitalizados.

El pago sin contacto, un paso adelante y dos atrás

La reciente descentralización de la tarjeta SUBE, que ahora permite pagar con tarjetas de crédito, débito o códigos QR, ha generado un debate explosivo en redes. Si bien la medida busca modernizar el sistema, en la práctica ha provocado lo contrario para muchos. Los usuarios denuncian colas eternas en los molinetes, causadas por fallos en los pagos contactless o por la lentitud del sistema.

Un post viral, con miles de interacciones, ilustra el caos cotidiano: “Es increíble cómo desde que se descentralizó la SUBE hay que hacer cola para pagar el molinete... He perdido Subtes porque el de adelante no podía pagar con su contactless y al otro no le andaba la tarjeta de crédito”. Esta experiencia se replica en miles de comentarios, creando un eco de frustración colectiva y memes que grafican el absurdo de la situación. La paradoja es clara: una tecnología pensada para agilizar el servicio termina excluyendo a quienes no tienen acceso a la banca digital o simplemente prefieren el método tradicional.


La lucha invisible por los derechos ignorados

Pero los fallos técnicos no son la única queja. Las redes son también un canal para denunciar una realidad más cruda: la discriminación y las barreras que enfrentan las personas con discapacidad. Historias personales de denegación de pasajes gratuitos o la falta de espacios adecuados en los colectivos se viralizan rápidamente, generando una ola de empatía e indignación.

Un testimonio que acumuló miles de likes relata el calvario de una familia para conseguir una pensión por discapacidad, un proceso que describe como un "calvario burocrático". Estas quejas a menudo se conectan con recortes presupuestarios en áreas sociales, lo que intensifica la sensación de desamparo. Las discusiones también abarcan la infraestructura urbana, con usuarios señalando que la falta de rampas o el diseño de las paradas de colectivo demuestran que, a pesar de los anuncios, aún estamos lejos de construir una ciudad verdaderamente inclusiva.

/Cuando el control se vuelve abuso

La relación entre los usuarios y el personal de control también es un foco de tensión en X. Las denuncias de choferes o inspectores que abusan de su autoridad son frecuentes, especialmente cuando se trata de la tarjeta SUBE. Los usuarios reportan casos de pasajeros que son obligados a bajar por “pagar con tarjeta ajena” o que enfrentan amenazas por fallos en la recarga. Este tipo de historias, aunque parezcan aisladas, reflejan una percepción de falta de empatía en el sistema y avivan un debate sobre la necesidad de humanizar los controles.


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